En un incendio desaparecieron el monasterio y la hospedería, tan sólo queda la iglesia benedictina, del siglo IX, que quizás sea el edificio más representativo del prerománico gallego. En 1962 se hizó una reconstrucción.
El templo presenta tres naves separadas por pilares y rematada en ábsides rectangulares y una torre. Se accede a través de un atrio y dentro de la iglesia se conserva la pila bautismal de cuando aún se celebraba el bautismo por inmersión.
De la época románica se conserva una Virgen sedente con el Niño en las rodillas sosteniendo en una mano el Mundo y la otra en actitud de bendecir, es del siglo XII y ha sido restaurada en 1971, que bajo la advocación de Santa María la Real y de la Virgen del Santo Milagro, es la patrona de estas montañas. La cabeza de la Virgen está inclinada ante el milagro que presenció.
La imagen es realmente bonita pero la han estropeado con tantos aderezos que la han puesto. Tiene una corona, cadenas y medallas de oro y el Niño unas pulseritas de oro. Adornos que no son coherentes con la antiguedad y belleza de la talla.
Otras piezas románicas que nos encontramos son el cáliz y la patena , que además de su valor artístico tienen el valor de ser las piezas materiales del célebre milagro que da fama a este lugar.
Un crudo día de invierno un sacerdote benedictino estaba celebrando la eucaristía y pensando que con tanta nieve nadie vendría a misa. Pero un campesino llamado Juan Santín subió para participar, el celebrante, hombre de poca fe, menosprecia el sacrificio de áquel hombre. Su sorpresa fue en el momento de la Consagración que la Hostia se convierte en carne y el cáliz en sangre.
Este milagro se extendió.
Visita realizada en agosto de 2013
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